El equipo de comunicación de Cecasem recientemente emprendió un viaje significativo a San Ignacio de Velasco, en el departamento de Santa Cruz, Bolivia. Este viaje tuvo como objetivo monitorear en el proyecto "Construyendo medios resilientes para garantizar la seguridad alimentaria y proteger el medio ambiente desde un enfoque de género". A través de este esfuerzo, buscamos mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales y promover la sostenibilidad ambiental.
Durante nuestra estancia, acampamos en cinco comunidades diferentes del municipio, lo que nos permitió obtener un registro más profundo y auténtico de la vida cotidiana de la cultura Chiquitana. Esta inmersión no solo facilitó una mayor comprensión de sus necesidades y desafíos, sino que también nos ofreció una experiencia inolvidable de convivencia y aprendizaje mutuo. A pesar de las condiciones adversas y el agotamiento físico, el intercambio cultural y la hospitalidad de las comunidades enriquecieron nuestra experiencia.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan estas comunidades es la falta de acceso al agua para riego. Aunque algunas comunidades tienen acceso a agua potable, la mayoría no dispone de recursos suficientes para regar sus huertas y chacos, especialmente aquellos que están ubicados a grandes distancias. Esta limitación afecta significativamente la producción agrícola y, por ende, la seguridad alimentaria de las familias.
Además, observamos problemas relacionados con la pobreza y la falta de empleo. Muchas personas en estas comunidades se ven obligadas a realizar trabajos precarios para sobrevivir. La migración hacia áreas urbanas en busca de mejores oportunidades ha dejado a muchas comunidades con una población predominantemente envejecida, lo que agrava la situación socioeconómica local.
A pesar de estos retos, San Ignacio de Velasco es una región llena de vida y potencial. A través de nuestro proyecto, promovemos prácticas agrícolas sostenibles que no solo buscan mejorar la alimentación de las familias, sino también proporcionarles un ingreso económico adicional. Distribuimos semillas de hortalizas como zanahoria, zapallo, lechuga, cebolla, soya y berenjena, fomentando la producción local y la autosuficiencia alimentaria.
Durante más de 20 días, llevamos a cabo un diagnóstico detallado y un registro audiovisual de la vida en estas comunidades. Documentamos cómo viven, comen, duermen, trabajan y sueñan los habitantes, con el fin de generar un impacto tangible y planificar futuros proyectos que aborden sus necesidades más apremiantes.
Al finalizar nuestra estancia en San Ignacio de Velasco, partimos con un renovado compromiso de apoyar a estas comunidades vulnerables. La experiencia nos permitió no solo entender mejor sus necesidades, sino también fortalecer nuestra determinación de continuar trabajando para mejorar su calidad de vida.
Estamos decididos a volver pronto y seguir desarrollando proyectos que promuevan la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el empoderamiento de las mujeres. Este viaje reafirma nuestra misión de contribuir al desarrollo integral de las comunidades a través de iniciativas inclusivas y sostenibles.