Este 12 de octubre, San Ignacio de Velasco celebra un nuevo aniversario, reafirmando su relevancia histórica y cultural dentro del departamento de Santa Cruz. Fundada en 1748 como parte de las misiones jesuíticas, esta ciudad ha sabido conservar su herencia mientras evoluciona, ofreciendo a Bolivia y al mundo una riqueza cultural, natural y gastronómica que la distingue.
San Ignacio de Velasco es un verdadero paraíso natural y cultural. Su vasta extensión de tierras fértiles y biodiversidad lo convierten en uno de los municipios más ricos de la región. Desde su fundación, se ha posicionado como un punto de convergencia de culturas, donde las tradiciones indígenas y jesuíticas se entrelazan, ofreciendo una identidad única. Los habitantes de San Ignacio viven con un profundo respeto hacia la tierra, pues saben que su bienestar y desarrollo económico dependen de su manejo sostenible.
El turismo en San Ignacio de Velasco no solo atrae por sus monumentos históricos, sino por sus imponentes paisajes naturales. La Ruta de las Misiones Jesuíticas, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un recorrido por las iglesias misionales que representan el esfuerzo de los jesuitas por evangelizar y educar a los pueblos indígenas de la región. Entre ellas, la Catedral de San Ignacio de Velasco, con su majestuosa arquitectura de madera, destaca como un símbolo de la historia y espiritualidad que envuelve a este lugar.
Para los amantes de la naturaleza, San Ignacio ofrece ríos y lagunas ideales para actividades ecoturísticas. El Parque Nacional Noel Kempff Mercado, ubicado cerca de la región, es un ejemplo de la impresionante biodiversidad de esta zona, hogar de especies como el jaguar, el mono aullador y aves exóticas. El turismo ecológico está en crecimiento, ya que muchos buscan experiencias auténticas en contacto con la naturaleza.
La gastronomía local es otro de los tesoros de San Ignacio de Velasco. Platos tradicionales como el majadito, a base de arroz y carne seca, el sonso de yuca y el cuñapé, destacan como recetas que han pasado de generación en generación. Estos manjares no solo representan los sabores del oriente boliviano, sino también la conexión profunda con los productos de la tierra. Los visitantes se deleitan con la frescura de los ingredientes locales, que provienen de cultivos sostenibles que forman parte del día a día de los habitantes.
Pero bajo esta tierra de abundancia y belleza se esconde una profunda preocupación. En los últimos años, San Ignacio de Velasco ha sido severamente afectada por los incendios forestales. Solo en el último año, miles de hectáreas de bosques han sido devastadas, afectando no solo la biodiversidad, sino también la vida de las comunidades que dependen del entorno natural para su sustento. Este 2024, los incendios han sido especialmente devastadores, arrasando con áreas cruciales para la fauna y flora locales.
El daño ambiental es incalculable: la pérdida de árboles, muchos de ellos centenarios, tardará décadas en ser reparada. Además, miles de animales, entre ellos especies en peligro de extinción como el jaguar y el oso hormiguero, han visto destruidos sus hábitats, enfrentando un futuro incierto. Las tierras que antes producían alimentos y sostenían a las familias hoy están cubiertas de cenizas, y la recuperación agrícola será lenta y ardua. El impacto de estos incendios se sentirá durante generaciones, afectando no solo el ecosistema, sino también la estabilidad económica de las comunidades rurales. Trágicamente y sobrepasando los 10 millones de hectáreas arrasadas por el fuego nos sumamos al dolor e indignación de esta tierra.
Frente a estos desafíos, desde Cecasem no solo lamentamos la situación, sino que estamos profundamente comprometidos en ser parte de la solución. En San Ignacio de Velasco, estamos trabajando en proyectos para la reconstrucción de la naturaleza y la prevención de futuros desastres.
En Cecasem, estamos convencidos de que, aunque los desafíos son grandes, también lo es la capacidad de superarlos. San Ignacio de Velasco ha demostrado a lo largo de su historia que la resiliencia es una de sus mayores fortalezas. En este aniversario, no solo celebramos su rica historia y su belleza natural, sino también el espíritu de lucha y esperanza que une a sus habitantes. Sabemos que, trabajando juntos, podemos reconstruir lo perdido y garantizar un futuro más verde y sostenible para esta tierra bendecida.
NADA ESTÁ PERDIDO MIENTRAS SE TRABAJE CON ESPERANZA