En Bolivia, cada día se convierte en una lucha silenciosa para muchas mujeres. Noticias de violaciones, secuestros y feminicidios se repiten como un eco constante, alimentando un miedo que se ha normalizado en las calles, en los hogares, en los espacios laborales. Ese miedo no debería existir, pero está ahí, en cada mujer que camina rápido al caer la noche, que cambia de ruta al notar que alguien la sigue o que guarda silencio ante un comentario violento para evitar “problemas mayores”.
Los números son alarmantes. Según datos recientes, Bolivia sigue siendo uno de los países con las tasas más altas de feminicidios en la región. Hasta noviembre de este año existen casi 70 feminicidios, sin embargo, más allá de las cifras, está el dolor humano, la inseguridad y la desesperanza que dejan estas tragedias en las familias y comunidades. No es solo un problema de estadísticas; es un problema que nos afecta a todos como sociedad.
En este 25 de noviembre, no basta con recordar a las víctimas. Es crucial reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros está haciendo –o dejando de hacer– para erradicar la violencia de género. Desde el hogar, las escuelas y los espacios de trabajo, tenemos la responsabilidad de educar y transformar actitudes que perpetúan la desigualdad y el machismo.
¿Qué podemos hacer?
Hoy no hablamos solo por las que han sido silenciadas, sino también por las que, día a día, enfrentan un miedo que no deberían sentir. Desde cecasem, reafirmamos nuestro compromiso de luchar contra la violencia hacia las mujeres y construir una sociedad donde todas puedan vivir libres y seguras.
Desde Cecasem invitamos a reflexionar, actuar y no quedarnos indiferentes. El cambio empieza con cada uno de nosotros, y juntas, podemos transformar el miedo en esperanza.