A tan solo 14 días del inicio de 2025, Bolivia enfrenta una realidad devastadora: tres
feminicidios registrados oficialmente y un caso de violación grupal que involucra a miembros
de las Fuerzas Armadas. Este inicio de año refleja un patrón de violencia de género que persiste
en la sociedad boliviana, desafiando los esfuerzos realizados hasta ahora para combatir esta
problemática.
Los feminicidios en Bolivia no son hechos aislados, sino parte de una tendencia que se ha
agravado con el paso de los años. Según datos del Ministerio Público, en 2024 se registraron 84
feminicidios y 38 infanticidios, superando los casos reportados en 2023.
La Paz lideró la lista de departamentos con mayor incidencia, seguido de Cochabamba y Santa
Cruz, donde la urbanización y la densidad poblacional coinciden con altos índices de violencia.
Este contexto histórico deja claro que la violencia de género en Bolivia no distingue edades,
clases sociales ni regiones. Las víctimas, en su mayoría mujeres jóvenes, se enfrentan no solo a
agresores en sus entornos familiares o laborales, sino también a un sistema judicial que
muchas veces resulta ineficiente.
El 2 de enero de 2025, en el municipio de San Julián, una mujer de 33 años fue asesinada por
su expareja. Este feminicidio dejó a dos niños huérfanos. El agresor, tras confesar el crimen a
sus familiares, fue capturado por las autoridades locales.
El 5 de enero de 2025, una mujer fue encontrada sin vida en su domicilio en la zona Villa El
Carmen. Según los reportes, su pareja la atacó brutalmente y luego huyó al municipio de
Coroico con los hijos de ambos.
El 13 de enero, otra mujer fue asesinada en circunstancias aún bajo investigación en Santa
Cruz, sumando un tercer caso de feminicidio en menos de dos semanas.
El caso que más indignación ha causado ocurrió en diciembre de 2024 y fue denunciado en
enero de 2025: una subteniente fue violada por un coronel, un teniente y un soldado en el
Batallón de Ingeniería VI Riosinho en Cobija. Este abuso refleja la desprotección de las mujeres
en entornos que deberían ser seguros.
Bolivia cuenta con una de las leyes más avanzadas en la región para prevenir la violencia de
género, la Ley 348. Sin embargo, la implementación de esta normativa enfrenta serios desafíos:
Impunidad: Más del 50% de los casos de feminicidio no terminan en sentencias
condenatorias, lo que perpetúa el círculo de violencia.
Falta de recursos: Las defensorías y casas de acogida carecen de financiamiento
adecuado.
Patrones culturales: La violencia de género está profundamente arraigada en una
sociedad que normaliza el machismo y la subordinación de las mujeres.
El caso de violación grupal en Pando no solo es un ataque a la integridad de una mujer, sino un
recordatorio del abuso de poder y la impunidad que prevalece en instituciones estatales. Según
informes, este no es un caso aislado: en los últimos cinco años, se han documentado múltiples
denuncias de acoso y abuso sexual en instituciones castrenses.
Las Fuerzas Armadas y la Policía deben ser sujetos prioritarios de reformas profundas que
incluyan la promoción de igualdad de género y la rendición de cuentas ante delitos cometidos
por sus miembros.
Para abordar esta crisis, se necesita un enfoque integral que combine esfuerzos estatales,
sociales y educativos. Desde Cecasem proponemos:
Fortalecer la Ley 348: Asegurar su implementación efectiva mediante financiamiento y
monitoreo.
Educación en igualdad de género: Desde las escuelas hasta las instituciones de
seguridad.
Reforma institucional: Crear unidades especializadas en violencia de género dentro de
las Fuerzas Armadas y la Policía.
Acceso a la justicia: Agilizar los procesos judiciales y garantizar protección para las
víctimas.
Cada feminicidio es un grito de auxilio que exige respuestas inmediatas. Es imperativo que el
gobierno, las instituciones y la sociedad civil trabajen juntos para erradicar la violencia de
género. En un país donde el machismo cobra vidas, no podemos darnos el lujo de la
indiferencia.
Desde Cecasem, renovamos nuestro compromiso de luchar por una sociedad más justa, donde
ninguna mujer tenga que temer por su vida. ¡Es hora de transformar el dolor en acción y
construir un futuro libre de violencia!
Fuentes: El Deber, ANF, ABI, Fiscalía General del Estado y SWI.