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El Observatorio Nacional del Trabajo (ONT) presentó su análisis sobre las transformaciones más importantes que definirán el futuro laboral a partir del informe El Futuro del Empleo 2025 del Foro Económico Mundial (WEF), elaborado a partir de la opinión de más de mil empleadores pertenecientes a 55 economías y 22 industrias. El estudio identifica nueve tendencias decisivas que surgen de la convergencia entre la inteligencia artificial, la automatización y las modificaciones sociales, demográficas y económicas que remodelan el empleo global.
El panorama laboral actual atraviesa una transformación sin precedentes. La acelerada digitalización y la irrupción de tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, el big data y la automatización están cambiando la forma de trabajar, los perfiles que demandan las empresas y las competencias necesarias para mantenerse vigente. Rafael Vidaurre, coordinador del ONT, explicó que “el mercado laboral global está atravesando transformaciones que representan tanto una oportunidad como un desafío para empresas y trabajadores”. Según el informe del WEF, factores como el envejecimiento de la población en países desarrollados, la urgencia de prácticas sostenibles ante el cambio climático y la fragmentación geoeconómica mundial actúan como motores de cambio y presionan la creación de nuevos modelos de empleo.
La relevancia del análisis radica en su capacidad para anticipar las habilidades más demandadas y los desafíos que marcarán la dinámica del trabajo. Las transformaciones no se limitan a la incorporación de tecnología, sino que abarcan fenómenos humanos y sociales, como el rediseño organizativo, la gestión de la diversidad, el bienestar laboral y la integración ética de la inteligencia artificial en los procesos cotidianos. Vidaurre subrayó que solo aquellos profesionales capaces de adaptarse y liderar los procesos de transformación podrán aprovechar las oportunidades de un mercado cada vez más competitivo. Los efectos de estas tendencias son múltiples: obligan a redefinir estructuras laborales tradicionales, promueven la toma de decisiones basadas en datos y plantean una reflexión profunda sobre el papel de la tecnología en el equilibrio entre productividad y bienestar humano.
El informe del ONT describe cómo la brecha de experiencia se amplifica a medida que la jubilación de trabajadores con alto conocimiento coincide con la rápida evolución tecnológica, mientras las oportunidades de aprendizaje práctico para jóvenes siguen siendo limitadas. En paralelo, el rediseño organizacional emerge como una necesidad urgente, ya que las compañías buscan estructuras más horizontales y adaptables al ritmo de la innovación. La tecnología también permea la comunicación interna a través del uso creciente de herramientas de inteligencia artificial conocidas como Nudgetech, capaces de mejorar la colaboración en equipos diversos y cerrar brechas culturales y generacionales.
Otro de los hallazgos notables del análisis es la incorporación de bots como gestores de desempeño, impulsando una cultura en la que los algoritmos son percibidos como evaluadores más imparciales que los supervisores humanos. Sin embargo, este avance plantea un dilema ético: distinguir entre habilidades genuinas y resultados potenciados por tecnología, un tema conocido como el dilema de la IA entre fraude y juego limpio. También se destaca que la inclusión y la pertenencia se consolidan como ejes estratégicos; la diversidad se reconoce ya no solo como un valor moral, sino como una ventaja competitiva que fomenta la innovación y mejora la toma de decisiones en contextos inciertos.
El estudio advierte que la productividad puede verse afectada si la incorporación de herramientas de inteligencia artificial no se vincula a objetivos claros, generando fricción laboral o sobrecarga tecnológica. Además, la soledad laboral emerge como un nuevo riesgo empresarial, ya que el aislamiento de los trabajadores afecta directamente la cohesión interna y el rendimiento. Finalmente, surge una tendencia de activismo de los empleados a favor de una inteligencia artificial responsable, donde los trabajadores mismos exigen transparencia, ética tecnológica y políticas de uso justo de los datos.
Vidaurre concluye que el futuro del trabajo estará definido por la capacidad de adaptación frente a una realidad caracterizada por la digitalización, la sostenibilidad y la interacción constante entre tecnología y humanidad. El desafío no será únicamente adquirir habilidades técnicas, sino desarrollar competencias humanas que equilibren la innovación con la empatía, la ética y el sentido social del trabajo.
Por: Joel Poma Chura - Comunicación Cecasem
