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Entre ciencia y memoria: el legado que resguarda la historia acuática de Bolivia

noviembre 13, 2025

La Unidad de Ictiología de la Colección Boliviana de Fauna (CBF) se ha consolidado como uno de los espacios científicos más importantes del país, al preservar más de 200.000 ejemplares de peces provenientes de todas las ecorregiones de Bolivia. Cada muestra representa no solo una especie, sino también la historia viva de los ríos, lagos y comunidades que dependen de ellos.

Foto: internet

Con más de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido, la Unidad de Ictiología —creada formalmente en 1992 mediante convenio entre la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN)— se ha convertido en un pilar para la investigación, la conservación y la formación científica. Su misión trasciende la biología: es un archivo vivo de la memoria acuática del país.

Su responsable, Soraya Barrera Maure, destaca que el trabajo de la unidad va más allá del laboratorio. “Si no conocemos lo que tenemos, ¿cómo lo cuidamos? Este trabajo protege no solo la biodiversidad, sino también a las comunidades que viven de ella”, sostiene. La colaboración con pueblos indígenas y comunidades locales ha permitido integrar el conocimiento ancestral en los procesos de conservación.

Uno de los mayores impulsores de esta labor es Jaime Sarmiento Tavel, pionero de la ictiología boliviana, quien dedicó 48 años al estudio de los peces nacionales. “Comenzamos con unas pocas muestras del Beni y el Mamoré. Hoy tenemos una de las colecciones más importantes de Sudamérica”, recuerda. Su trabajo permitió consolidar un sistema nacional de referencia científica que documenta cerca del 80% de las especies de peces del país.

El acervo incluye especies únicas, como el bagre ciego de Umajalanta (Trichomycterus chaberti) y el Umanto (Orestias cuvieri), pez del lago Titicaca considerado extinto, cuyo único ejemplar está resguardado en esta colección. Estas piezas representan fragmentos irremplazables de la historia ecológica boliviana.

En los últimos años, la unidad ha incorporado nuevas herramientas científicas como la secuenciación genética y la microtomografía, que permiten estudiar la evolución y ecología de las especies con mayor precisión. “No hay genética sin voucher, sin ejemplares que respalden los datos”, enfatiza Sarmiento.

La CBF también contribuye a políticas públicas. Su base de datos ha sido fundamental para la elaboración del Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia y la identificación de especies amenazadas junto a la IUCN.

El joven ictiólogo Gustavo Álvarez, de la Wildlife Conservation Society (WCS), reconoce la importancia de esta unidad en su formación. “La CBF fue clave para comparar, confirmar y entender la diversidad de peces bolivianos. Es una fuente de conocimiento que permite tomar decisiones sobre conservación y manejo sostenible”, explica.

Para los investigadores, este espacio encarna una verdad esencial: sin memoria no hay conservación. En tiempos de cambio climático, pérdida de hábitats y presión sobre los recursos naturales, la Unidad de Ictiología de la CBF no solo guarda muestras, sino también las historias de los ríos, las comunidades y las especies que dan vida a Bolivia.

Por: Joel Poma Chura - Comunicación Cecasem


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