
La crisis de escasez de diésel se agudiza en Bolivia, llevando al país a un punto de quiebre que amenaza con paralizar la economía. La situación, descrita como "crítica" por la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones de Santa Cruz (Cadex), ha provocado pérdidas millonarias, desabastecimiento en los mercados y protestas que se extienden a lo largo y ancho del territorio nacional. La falta de este combustible, esencial para la producción y el transporte, es un reflejo de un problema estructural que las autoridades no han logrado resolver.
El presidente de la Cadex, Oswaldo Barriga, no ha dudado en responsabilizar al Gobierno por lo que califica de una "mala gestión" en el suministro. Según Barriga, más de 11.000 camiones se encuentran varados, generando un impacto económico de al menos US$ 2 millones por día. El dirigente gremial ha enfatizado que el desabastecimiento no solo afecta a las exportaciones, sino que pone en jaque la producción general, la sostenibilidad de las empresas y la economía en su conjunto. Las filas kilométricas en las gasolineras de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba son la evidencia palpable de una situación insostenible, donde los transportistas deben esperar hasta dos días para poder cargar sus tanques.
La desesperación ha llevado a los sectores productivos a una situación límite. En San Juan de Yapacaní, agricultores arroceros han radicalizado sus medidas de protesta, tomando dos pozos petroleros para exigir una respuesta inmediata. Los productores denuncian que la escasez de diésel está poniendo en riesgo la siembra y la cosecha, y que a pesar de las múltiples solicitudes enviadas a YPFB y a la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), no han obtenido respuesta alguna. Afirman que los compromisos firmados el año pasado para solucionar el problema no se han cumplido y que un solo surtidor en el municipio es completamente insuficiente para cubrir la demanda. A la toma de los pozos se suma el bloqueo de caminos como medida de presión.
Esta crisis es un síntoma de un problema más profundo. Expertos económicos y analistas de hidrocarburos coinciden en que la raíz del problema reside en la creciente dependencia de las importaciones de diésel (que cubren casi el 90% de la demanda nacional) y la falta de divisas para costear estas compras. A esto se suma el contrabando, que según datos oficiales genera una pérdida de alrededor de US$ 600 millones al año. En paralelo, el transporte internacional de pasajeros ha reducido sus operaciones hasta en un 70%, impactando directamente en el turismo y en el transporte interdepartamental, una situación que ya ha cobrado la vida de un chofer, según reportes.
La incertidumbre persiste, y la crisis ya comienza a impactar en la canasta familiar y en las exportaciones agrícolas, mineras e industriales, lo que amenaza con ampliar aún más el déficit comercial del país para finales de año. La población y los sectores productivos claman por soluciones concretas y un plan a largo plazo que ponga fin a un problema que, lejos de ser coyuntural, es un reflejo de un modelo económico que se está agotando.
Por: Ricardo A. Ramirez Cornejo - Comunicación

