Un estudio regional revela que la sarna sarcóptica se expande entre vicuñas y guanacos en Perú, Bolivia, Argentina y Chile, afectando seriamente poblaciones silvestres y domésticas. El brote, causado por un ácaro microscópico, compromete la salud de los camélidos, su fibra, la seguridad alimentaria y la economía de comunidades andinas, impulsando a especialistas a pedir manejo coordinado entre países.

Investigadores de Sudamérica advierten sobre la creciente amenaza de la sarna sarcóptica, una enfermedad cutánea altamente contagiosa que afecta a vicuñas, guanacos, llamas, alpacas y más de 150 especies de mamíferos. Su avance, ya documentado en Perú, Bolivia, Argentina y Chile, pone en riesgo no solo la vida de estos animales, sino también el sustento de las comunidades que dependen de ellos.
En décadas anteriores, las vicuñas y guanacos estuvieron al borde de la extinción por la caza y el manejo irresponsable. A pesar de una recuperación notable, la aparición de la sarna representa una nueva crisis sanitaria. Especialistas señalan que el ácaro Sarcoptes scabiei destruye la piel, abre la puerta a infecciones secundarias y debilita gravemente al animal hasta provocar su muerte.
Casos recientes en Ayacucho, Puno, Cusco y Apurímac muestran prevalencias preocupantes, mientras que regiones como Arequipa recién empiezan a reportar brotes. En Argentina, la enfermedad provocó un colapso poblacional en el Parque Nacional San Guillermo, donde se estima una reducción del 90% al 95% de los camélidos silvestres.
Investigadores coinciden en que la falta de datos precisos es una de las barreras para enfrentar el brote. Aunque algunos países aplican antiparasitarios como la ivermectina, expertos advierten que tratamientos incompletos pueden generar resistencia y empeorar la situación. En ese sentido, piden estandarizar protocolos de manejo, crear redes regionales de monitoreo y priorizar prácticas de bienestar animal durante los chaccus comunitarios, donde ocurre la esquila de vicuñas.
El análisis regional también identifica que la interacción entre camélidos silvestres y domésticos facilita la propagación. Actividades ganaderas, cambios en el uso del suelo y variabilidad climática agravan el escenario, haciendo más urgente una respuesta conjunta entre comunidades, autoridades ambientales y entidades científicas.
Los investigadores concluyen que proteger a los camélidos implica proteger los ecosistemas andinos y la salud integral de la región. La sarna, lejos de ser un problema aislado, es un indicador de la fragilidad ambiental y del impacto que tienen las actividades humanas sobre la fauna silvestre.
Por: Joel Poma Chura - Comunicación Cecasem

