La emisión monetaria en Bolivia creció en un 815% entre 2006 y 2024, según un análisis de Luis Fernando Romero Torrejón. Aunque la inflación mostró señales de desaceleración en 2025, el país aún enfrenta altos índices y un escenario económico marcado por escasez de divisas, falta de carburantes y desconfianza en la moneda nacional.
El informe de Romero, basado en datos oficiales del Banco Central de Bolivia (BCB), revela que en 2006, año en que Evo Morales asumió la presidencia, la emisión monetaria alcanzaba los Bs 8.774 millones. Para 2019, al final de su gestión, el incremento acumulado era del 461%, con un total de Bs 453,55 mil millones.
Durante el breve gobierno de Jeanine Añez, la pandemia del 2020 forzó un aumento significativo del gasto público. Ese año, la emisión monetaria se elevó un 9,03%, la cifra más alta en 15 años, alcanzando Bs 53.616 millones. Según Romero, la crisis sanitaria obligó a financiar transferencias y subsidios con moneda local.
En la administración de Luis Arce, la tendencia se mantuvo con incrementos moderados en 2021 y 2022, pero desde 2023 la emisión se aceleró nuevamente. “En 2024 el crecimiento llegó al 20% pese a que la economía apenas avanzó un 0,73%. Esa disparidad muestra la correlación entre emisión y presión inflacionaria”, advirtió el economista.
La relación entre liquidez y precios se repite en distintos periodos. Romero recuerda que en 2007, bajo Morales, la emisión monetaria aumentó en un 61% y la inflación alcanzó el 11,73%. En 2024, bajo Arce, la emisión subió en un 20% y la inflación se acercó al 10%, la más alta desde 2009.
Para el autor, el efecto es claro: “Se inyectó una gran cantidad de dinero en una economía que cada vez produce menos. Eso incrementa la demanda agregada, mientras la oferta es limitada, lo que genera presión inflacionaria”. La falta de confianza en la moneda nacional y el uso de la emisión para cubrir déficit fiscal completan el cuadro de vulnerabilidad.
Romero plantea que el nuevo gobierno deberá aplicar políticas restrictivas para recuperar el control. “Es prioritario controlar estrictamente la emisión monetaria, reducir el gasto público de manera sostenible y devolver credibilidad al peso boliviano. De lo contrario, la inflación estructural seguirá golpeando a hogares y empresas”, señaló.
Según el análisis, la emisión acumulada hasta julio de 2025 llegó a Bs 94.993 millones, un 35% más que en el mismo mes del año anterior y ya un 18% superior a todo lo emitido en 2024. Para Romero, esa tendencia anticipa que la presión inflacionaria persistirá durante este año.
“Una moneda devaluada y con poca confianza limitará la intermediación financiera, la cartera de créditos y, en consecuencia, la inversión y el empleo. Si no se corrigen estos desequilibrios, el impacto será más profundo y prolongado”, concluyó.
Por: Joel Poma Chura - Comunicación Cecasem