La Voz de un Pueblo y la Defensa de la Tierra

9 de diciembre de 2024

En la región de Los Ríos, en el sur de Chile, Julia Chuñil se ha convertido en un símbolo de resistencia y esperanza. Mujer mapuche, líder comunitaria y defensora incansable del territorio, Julia ha dedicado su vida a proteger la Ñuke Mapu (Madre Tierra) y a garantizar que las generaciones futuras puedan vivir en armonía con ella. Pero, ¿quién es esta mujer que encabeza una de las luchas más significativas en América Latina?

Julia Chuñil no solo es una activista; es una madre, una hija y una transmisora de las tradiciones ancestrales de su pueblo. Su liderazgo ha trascendido fronteras, colocando las demandas mapuches en el escenario global. Sin embargo, su vida está marcada por desafíos constantes: amenazas, despojos, y una lucha desigual frente a los intereses económicos que buscan explotar los recursos de su comunidad.

El origen de una defensora, las raíces en la resistencia

Julia creció en Panguipulli, una localidad de la región de Los Ríos caracterizada por sus paisajes imponentes: montañas verdes, lagos cristalinos y bosques milenarios. Desde niña, fue testigo de las historias de sus abuelos, quienes hablaban con nostalgia de un tiempo en que el pueblo mapuche vivía en plena conexión con la tierra, antes de la llegada de proyectos extractivistas y políticas estatales que fragmentaron su territorio.

La educación de Julia no se limitó a las aulas. Aprendió de las ceremonias, del trabajo colectivo en el campo y de las luchas que su comunidad enfrentaba para recuperar sus tierras. Este contexto formativo moldeó su visión del mundo y su decisión de alzar la voz contra las injusticias.

Tierra, agua y derechos humanos

La región de Los Ríos, donde Julia lidera su causa, enfrenta una grave presión medioambiental y social. El avance de proyectos hidroeléctricos y forestales ha provocado la pérdida de bosques nativos, la alteración de los cursos de agua y el desplazamiento de comunidades indígenas. Julia describe este fenómeno como "una colonización moderna que no solo despoja, sino que destruye nuestra relación con la Ñuke Mapu".

Las plantaciones de monocultivos de pino y eucalipto, promovidas por grandes empresas, han cambiado radicalmente el ecosistema de la región. Estos árboles no solo consumen enormes cantidades de agua, dejando a las comunidades sin este recurso vital, sino que también aumentan la vulnerabilidad a incendios forestales.

En paralelo, los proyectos hidroeléctricos han represado ríos que antes fluían libremente, afectando tanto a los ecosistemas como a la vida cotidiana de las comunidades. "El agua ya no es nuestra, y sin agua no podemos vivir", dice Julia con tristeza y determinación.

El costo humano del activismo

Julia Chuñil y otros líderes mapuches han enfrentado la criminalización de su lucha. Acusaciones infundadas, desalojos violentos y una fuerte presencia policial en sus comunidades son parte de la estrategia que busca silenciar sus demandas. A pesar de esto, Julia ha logrado organizar movilizaciones pacíficas, crear alianzas con otras comunidades y llevar su mensaje a espacios nacionales e internacionales.

El precio personal de su activismo es alto. Julia ha recibido amenazas, y su familia vive bajo constante presión. "Ser mujer y mapuche es llevar una doble carga: primero nos ven como inferiores por ser indígenas, y luego por ser mujeres que alzan la voz", explica.

La respuesta gubernamental entre avances insuficientes y desafíos persistentes

El gobierno chileno ha reconocido parcialmente los derechos de los pueblos indígenas, pero la realidad en el terreno es diferente. Las políticas públicas no han logrado detener el despojo de tierras ni garantizar la consulta previa, libre e informada que exige el Convenio 169 de la OIT.

Aunque el reciente proceso constituyente incluyó propuestas para el reconocimiento plurinacional y la protección de los territorios indígenas, estas fueron rechazadas en el plebiscito. Para Julia, este resultado refleja "un país que todavía no está listo para reconocer nuestra existencia como iguales".

El futuro que Julia imagina: resistencia y esperanza

A pesar de los desafíos, Julia mantiene viva la esperanza. Sueña con un Chile donde los derechos de los pueblos originarios sean plenamente respetados, donde la tierra y el agua sean protegidos como bienes comunes y donde las mujeres indígenas sean reconocidas como líderes esenciales en la construcción de un futuro sostenible.

"Todo lo que hacemos es por nuestros hijos, para que no vivan las injusticias que nosotros hemos enfrentado", dice. En sus palabras, resuena la fuerza de generaciones pasadas y la determinación de las que vendrán.

Solidaridad y llamado a la acción

Desde Cecasem, expresamos nuestra profunda preocupación por la situación de Julia Chuñil y las comunidades mapuches de Los Ríos. La lucha por la tierra y el agua es un reflejo de las desigualdades estructurales que enfrentan los pueblos indígenas en toda América Latina.

Nos unimos al llamado de Julia y su comunidad, exigiendo:

  • La implementación efectiva de políticas públicas que respeten los derechos territoriales de los pueblos indígenas.
  • El cese de la criminalización del activismo indígena.
  • El desarrollo de proyectos sostenibles que no atenten contra el medioambiente ni las comunidades locales.

La lucha de Julia Chuñil es un recordatorio de que el respeto por los derechos humanos y la protección del medioambiente están profundamente interconectados. Nos indigna que mujeres como ella enfrenten violencia y represión por defender lo que debería ser un derecho fundamental.

Reiteramos nuestro compromiso con la justicia social y ambiental, y hacemos un llamado al gobierno chileno y a la comunidad internacional para que actúen con responsabilidad y urgencia.

Julia Chuñil no está sola, y su lucha nos inspira a seguir trabajando por un mundo más justo y equitativo.

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