El año 2025 comenzó en Bolivia con una trágica noticia: el primer feminicidio del año ocurrió
el 2 de enero en el municipio de San Julián, Santa Cruz. Una mujer de 33 años fue
asesinada por su expareja, quien, después de una agresión física, le disparó con una
escopeta. El hecho dejó a dos niños huérfanos, y el agresor confesó el crimen a sus
familiares, quienes alertaron a las autoridades. Este caso refleja la persistencia de un
problema social y estructural que sigue cobrando vidas en el país.
En 2024, Bolivia registró 84 feminicidios, un aumento respecto a los 81 casos de 2023. Este
número se suma a una década de datos preocupantes que revelan la magnitud del
problema:
Aunque los números muestran una leve disminución en los últimos años, los feminicidios
siguen siendo una problemática constante que exige atención urgente y sostenida.
De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), las principales causas de
muerte en casos de feminicidio son:
La violencia intrafamiliar es el contexto predominante en la mayoría de estos casos, donde
el agresor es frecuentemente la pareja o expareja de la víctima. Además, factores
culturales, como el machismo y la normalización de la violencia, contribuyen a perpetuar
esta tragedia.
El Centro de Capacitación y Servicio para la Mujer (Cecasem) ha manifestado su profunda
preocupación por la persistencia de los feminicidios en Bolivia. Desde la organización, se
enfatiza la necesidad de:
El inicio de 2025 deja claro que el feminicidio sigue siendo una crisis que afecta
profundamente a la sociedad boliviana. A pesar de los esfuerzos realizados, la magnitud del
problema demanda un compromiso conjunto de instituciones públicas, organizaciones no
gubernamentales, y la sociedad civil en su conjunto.
Solo a través de un enfoque integral que aborde las causas estructurales, culturales y
legales de esta violencia, podremos aspirar a un futuro donde las mujeres bolivianas vivan
libres de miedo y violencia.